Pan de azúcar by Balli Kaur Jaswal
autor:Balli Kaur Jaswal [Jaswal, Balli Kaur]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2016-01-01T00:00:00+00:00
CapÃtulo seis
âNo nos está permitido celebrar nada en estos momentos âme dijo mamá con semblante serio poniéndose de puntillas en un taburete de madera para descolgar las cortinas de la ventanaâ. ¿Lo entiendes? Asà que deja de preguntarme qué vamos a hacer este año por Diwali. De todos modos, ni siquiera es nuestra fiesta.
Mientras la escuchaba, noté que mi corazón se aceleraba de miedo por si se caÃa. Si resbalaba del taburete, podrÃa romperse el cuello y Dios se limitarÃa a menear la cabeza en sentido de reprobación recordándome que todo era culpa mÃa.
Mamá estaba en casa porque los médicos del hospital le habÃan dicho que se marchara a descansar. Oà a papá sugerirle que se fuera a la cama, pero ella se quedó despierta, cerca del teléfono. No pisó la cocina. Por la tarde, se puso a limpiar el piso como si fuera a haber visita.
â¿Va a venir alguien?, âpregunté con prudencia.
â¿Es que no puedo tener mi casa limpia?, âme espetó.
Asà que me pasé el resto del dÃa intentando evitarla, pero resultó todo un desafÃo. Era sábado y nuestro piso era pequeño.
Yo ya habÃa terminado los deberes, repasos incluidos. Mamá se bajó del taburete de un salto, dejando las cortinas medio descolgadas y formando un pico delante de las ventanas. Luego volvió y empezó a rociar limpiacristales en la tapa de cristal de la mesa de centro. Sus brazos y sus piernas eran un mapa repleto de parches enrojecidos en carne viva, con puntos de sangre en las zonas donde se habÃa rascado más.
Abrà la nevera. Lo único que habÃa era una fiambrera de plástico con una pequeña barra de mantequilla y una jarra de agua, una zanahoria y una berenjena en el cajón de las verduras, y unos cuantos frascos pequeños con especias molidas. Vi algo de pan en uno de los estantes. Comprobé con alivio que no estaba enmohecido. Saqué la mantequilla y encendà la tostadora. En clase de ciencias habÃamos aprendido que los humanos podemos aguantar durante dÃas solo con agua, asà que bien podrÃa yo apañármelas a base de pan y mantequilla hasta que papá volviera con algo del puesto de comida ambulante. Mi incógnita era mamá. ¿Cómo podÃa estar todo el dÃa sin comer? Adelgazaba por momentos. Aquel dÃa me di cuenta por primera vez de que el brazalete casi se le caÃa de la muñeca si movÃa un poco el brazo.
Entonces tuve una idea. Esta vez abrà la puerta del armario y saqué un paquete de azúcar. Diminutas hormigas negras se escabulleron cuando desenrollé la goma que lo cerraba. Extendà la mantequilla en el pan ya tostado y espolvoreé azúcar por encima⦠Añadà un poco más. No estaba segura de cómo se encendÃa el fuego, pero habÃa visto a mamá hacerlo un montón de veces. Empujé el pomo, lo giré y entonces oà los habituales chasquidos antes de que la llama apareciera como una exhalación.
â¿Pin? ¿Qué haces?, âllamó mamá desde el salón.
âEstoy haciendo la comida ârespondÃâ. Pan de azúcar.
â¿Haciendo qué?
âPan de azúcar ârepetÃ.
Mamá no era la única persona en casa que podÃa inventarse recetas.
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